Thursday, September 27, 2012

¿ Para qué quieren el poder ?

      Claudio Vásquez Lazo
www.reddeacceso.blogspot.com


Estamos cerca de dos elecciones muy importantes para el devenir político del país. En efecto, las próximas municipales y las del año siguiente de Parlamento y presidenciales marcaran un antes y un después en nuestra historia por quien gobierna. En nuestro caso, la pregunta que nos hacemos es para qué quiere la Concertación volver al poder y la Alianza repetirse el plato. La política tiene muchos significados, pero aquí la usamos en el sentido más restringido del término, que alude específicamente a la lucha por la elección de los cargos más importantes del Estado: en definitiva, es el intento de ganar posiciones para influir en el modo que se ejerce el poder estatal. Max Weber, en sus escritos “Política como Profesión”, distingue dos nociones de la política: una más restringida, entendida como todo lo relacionado con la adquisición, la distribución y el ejercicio del poder del Estado. En su versión más amplia, más general, la política tiene que ver con cualquier conjunto de relaciones de subordinación, es decir, de dominio o mando por un lado y de obediencia por el otro, aunque no se den en el marco de un Estado, ni se haga uso de los recursos del mismo. Para Foucault, los aspectos relacionados con el poder que se presentan en el desenvolvimiento social no pueden ser referidos sólo y exclusivamente a la estructura económico-política. La importancia de las construcciones culturales para explicar el comportamiento humano de un determinado período está presente en toda la reflexión de Foucault: El poder no es concebido bajo una forma única, sino plural y presente en el comportamiento cotidiano del individuo. Para Carlos Marx, el desenvolvimiento de la economía y de la reproducción material de la vida es el punto de partida de su construcción teórica. En efecto, todo está atravesado por el enfrentamiento de las clases fundamentales de cada modo de producción. En Marx, la instauración del comunismo sería el triunfo sobre el uso y distribución de los recursos y también la herramienta para superar los conflictos históricos que caracterizan el desarrollo humano. Desde la antigüedad, el tema de la política ha estado vinculado a la cuestión de las diversas formas de poder del hombre. Del griego Krátos, fuerza, potencia, y archia, autoridad, nacen los nombres las antiguas formas de gobierno que se usan todavía hoy, como: Aristocracia, democracia, plutocracia, monarquía, oligarquía e igualmente todas las palabra imaginadas para designar formas de poder político (burocracia, partidocracia, poliarquía etc.). Aristóteles distingue tres formas típicas de poder basados en el diferente tipo de sociedad en el que se aplica: el poder del padre sobre los hijos, el del amo sobre los esclavos y el del gobernante sobre los gobernados; en este último caso el interés con que se ejerce el poder es el político e involucra a las dos partes que componen la relación, lo que es llamado “bien común”. En Atenas (siglo VI a.C.) la ciudadanía la tenían los varones adultos (en edad militar), siempre que fueran hijos de padre y madre ateniense y libres por nacimiento. Esta limitación era muy importante porque la relación libres-esclavos era de uno a cuatro. La plenitud de los derechos políticos –que constituye el contenido mismo de la ciudadanía- no se concedía a los pobres. Como podemos ver, según el profesor y filólogo Luciano Canfora, en la cuna de la democracia los ciudadanos socialmente más débiles tenían serias dificultades para ejercer la calidad de tales, a pesar de que el concepto de ciudadanía predominante en la época clásica consistía en la equiparación del ciudadano con el guerrero. Durante mucho tiempo el guerrero tenía que costearse la armadura y por ello la noción ciudadano-guerrero se equiparó a la de propietario. La ampliación de la ciudadanía en Atenas está ligada directamente a la necesidad de tener guerreros para su flota y al nacimiento del imperio marítimo. Así, muchos atenienses pobres lograron su calidad de ciudadanos. En todo caso, los grupos dirigentes son siempre los mismos: representantes de la clase alta. Si queremos definir a la democracia convengamos con Norberto Bobbio, quien define la democracia con tres principios institucionales: en primer lugar como “un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establecen quién está autorizado a tomar decisiones y mediante qué procedimientos”; a continuación, diciendo que un régimen es tanto más democrático cuanto mayor cantidad de personas participa directa o indirectamente en la toma de decisiones; por último, subrayando que las elecciones deben ser reales. El sociólogo francés Alain Touraine, coincidiendo con Bobbio, nos dice que ”la democracia descansa sobre la sustitución de una concepción orgánica de la sociedad por una visión individualista cuyos elementos principales son la idea de contrato, el reemplazo del hombre político según Aristóteles por el homos oeconomicus”. La realidad política actual en el mundo y particularmente en nuestro país es muy diferente al modelo que nos proponen Bobbio y Touraine. En efecto, los partidos políticos, sindicatos, organizaciones gremiales, poderes fácticos, le quitan autoridad al pueblo que supuestamente es el soberano; los intereses particulares no desaparecen y en el caso de Chile, las oligarquías se mantienen. Touraine nos dice en su libro ¿Que es la Democracia?: “Por último, el funcionamiento democrático no penetra en la mayor parte del dominios de la vida social, y el secreto, contrario a la democracia, sigue desempeñando un papel importante; detrás de las formas de la democracia se construye a menudo un gobierno de los técnicos y los aparatos”. Al Estado, nos dice Raymond Geuss en su libro Historia e Ilusión en la Política, ”le interesa obviamente presentarse no sólo como un agente que desempeña una variedad de funciones y proporciona ciertos servicios, y cuyas órdenes es racional que se tomen en serio sus miembros, sino como un agente que debe ser obedecido categóricamente” Para mí, el poder en democracia se ejerce cuando está legitimado por el pueblo soberano en elecciones libres e informadas, y con reglas del juego legitimas. Una promesa de obediencia o un contrato social sólo es posible y coherente si es producto de aceptación explícita y consentimiento. En la Edad Moderna, podemos distinguir los malos gobiernos como: paternalistas, en los que el gobernante se comporta con sus súbditos como si fueran sus hijos y por consiguiente como eternos menores de edad, o despóticos, en los que el gobernante trata a los gobernados como si fuera el patrón. Estas dos son formas degeneradas de aplicación del poder político. Con el nacimiento del cristianismo y la institucionalidad religiosa que de éste emana se desarrolla una organización de poder jerárquico. Todo poder que se afirma en la supremacía de la obediencia ciega es anómalo porque permite las tropelías y corrupción que podemos constatar en la historia. La búsqueda de la obediencia y el servilismo no es privativa de los círculos eclesiásticos. En efecto, muchos líderes políticos no aceptan la igualdad en las relaciones políticas y buscan la obsecuencia como respuesta. Maquiavelo, en el capitulo XVlll del Príncipe, describe las cualidades que debe poseer quien tiene en sus manos el destino de un Estado; dice que ha de combinar las propiedades del león y del zorro, es decir la fuerza y la astucia: estas son dos características que no tienen nada que ver con el fin del “bien común”, sino que se refieren al objetivo inmediato de conservar el poder, con independencia del uso público o privado que el gobernante quiera hacer del poder. La pregunta es: ¿por qué aspiramos al poder político? Dejemos que el citado Geuss nos responda: “Creamos y reproducimos estructuras políticas porque pensamos que tendrán algunas propiedades que deseamos, pero en general entre éstas se contara la capacidad de la institución en cuestión para producir ciertos efectos o permitirnos conseguir determinados fines” En nuestro caso, el concepto poder político lo entendemos como la capacidad para realizar cambios en nuestra desigual sociedad y su utilización es parte de lo que llamamos “servicio público”. Muchos se habrán encontrado con poder de un día para otro y no saben cómo lidiar con él. La paradoja es que muchas veces el poder destruye a las personas: las transforma en abusadoras, déspotas –ilustradas o no- que no entienden que el poder se va como llegó: por obra y gracia del ciudadano que lo eligió o nombró en un cargo de elección popular o en el aparato del Estado. A la luz de todo lo anterior y en respuesta a la pregunta planteada al inicio del artículo , la verdad es que la interrogante no es obvia: Si muchos de nuestros políticos no cumplen con los requisitos democráticos mínimos, ¿ para que quieren gobernar ?

El botín del señor Botín


 

Claudio Vásquez Lazo, ex Embajador
www.reddeacceso.blogspot.com

 

  Las Agencias Calificadoras de riesgo daban la máxima calificación crediticia y los bancos alemanes y de otros países europeos prestaban a destajo a sus congéneres españoles, sabiendo que al “milagro” español y su burbuja inmobiliaria le quedaba muy poco tiempo. En efecto, como dice Inmaculada Rodríguez-Piñero, Secretaria de Economía de la Ejecutiva Federal del PESOE (Partido Socialista Obrero Español), en un artículo  del Diario El País, la fiesta financiera en  España se acabó definitivamente con la caída de Lehman Brothers en septiembre del año 2008. La recesión de ese año  fue provocada por la crisis financiera de los créditos hipotecarios en los Estados Unidos.

  Hoy todos conocemos el resultado de la gran farra en la Madre Patria y las secuelas  de la especulación financiera que allí se gestó: una recesión sin políticas de crecimiento produce más desempleo y por lo tanto más morosidad bancaria. Activos inmobiliarios paralizados con los consecuentes remates de casas que dejan en la calle a miles de familias. Bueno, y la pregunta de siempre: ¿Quién paga los costes de esta  mega-crisis?  Como siempre, el gobierno de turno, tal como sucedió en Chile con la crisis bancaria del 1982, sale a impedir el colapso del sector financiero y principalmente de los bancos; todo lo anterior a pesar del irresponsable comportamiento de éstos.

   En definitiva, los costos de la mala administración bancaria no la pagan los accionistas, sus dueños. No señor, la pagan los millones de asalariados chilenos en el caso de la crisis del 82 y los españoles en la actual crisis que azota a ese país.

  En el caso español, el actual gobierno de Rajoy ha iniciado el desmontaje del andamiaje social que protegía a los millones de asalariados y estos se ven privados de golpe y porrazo  de muchas de las conquistas alcanzadas  en los últimos cuarenta años de luchas políticas y sindicales. Lo que se pretendía con los gobiernos socialistas españoles, ser una escalera construida peldaño a peldaño para conformar un  Estado de Bienestar ha sido destruido de igual forma por el Partido Popular hoy en el poder. En esta desconstrucción del Estado de Bienestar los que pagan los gastos de la borrachera bancaria son los trabajadores, pensionados, inmigrantes  etc.

  Pero los banqueros ¿dónde están con la cacareada responsabilidad  social empresarial, tan de moda en estos días ? Parece que en ninguna parte de esta obra trágica para el pueblo llano español y tan apacible para los culpables de ella. Como ejemplo valga este botón de muestra:

 Un funcionario informático del banco Suizo HSBC, el señor Hervé Falcioni, destapó a varios miles de evasores de impuestos que escondían sus ganancias  en ese banco de Ginebra. Los servicios fiscales de varios países europeos tales como, Alemania, Francia, Holanda y claro está España revisan desde el año pasado los listados. En este último país se están revisando miles de nombres de potenciales evasores  de impuestos españoles. Según datos preliminares aparecidos en la prensa europea y consignado en un artículo del Diario El País, son 4200 los evasores que han caído en Francia gracias a los datos que entrego el funcionario bancario suizo.

   El ex secretario de hacienda de España dijo que las cuentas de contribuyentes españoles recogidas por Falciani son   3.000  mil y hasta el momento Hacienda ha descubierto unos 659 defraudadores. El total de lo transferido solo en España ascendería a unos 6.000 millones de euros.

   Entre los contribuyentes defraudadores esta nada menos que el señor Emilio Botín, presidente y principal accionista del Banco Santander, quien habría  depositado a las arcas fiscales españolas 200 mil euros para tapar en parte su “involuntario olvido”

 Los Técnicos del Ministerio de Hacienda español (Gestha) han criticado el “trato favor” que se ha dispensado a la familia Botín en relación a la presunta comisión de delitos de fraude fiscal y falsedad documental porque se les dio una segunda oportunidad para pagar voluntariamente, lo que no se ofrece al resto de ciudadanos.

  Como ejemplo, cita el caso de la familia Botín, en el que al parecer,” ha quedado patente la incapacidad” de la Agencia Tributaria para valorar en un año el presunto fraude y las declaraciones complementarias presentadas, lo que ha llevado a presentar “in extremis” la denuncia a la Audiencia Nacional antes que el posible delito prescribiera. Así, los Técnicos de Hacienda recalcan que la aplicación de amnistías fiscales u otros de favor para hacer aflorar la economía sumergida  no son la herramienta adecuada para hacer emerger las bolsas de dinero negro, tal como se ha demostrado en el pasado.

  En opinión del ente fiscalizador español, este tipo de actuaciones suponen un  agravio comparativo hacia los asalariados y las rentas de capital sujetas a retención que se encuentran bajo el control exhaustivo de la Agencia Tributaria. No hay que ser muy avispado para hacer un paralelo con el caso del borrado y cuenta nueva que realizó el SII con la multimillonaria deuda de la empresa Johnson.

  El escándalo traspasó las fronteras europeas y es así como la Subcomisión de Seguridad Interior del Senado estadounidense, investiga las relaciones del narcotráfico  y las conexiones que detectó en algunos de los clientes del banco suizo HSBC.

En Chile, quienes han sido timados por el banco del Sr. Botín ¿tendrán alguna oportunidad? Por los antecedentes anteriormente relatados, parece que no.

Y otra cosa, antes que me olvide: ¿Ustedes leyeron en la prensa escrita Chilena algo, por casualidad, de  que el Señor Botín tenía  su botín escondido en un banco suizo para no pagar impuestos en España? Qué vergüenza para los varios presidentes de Chile que lo han recibido con alfombra roja y honores en el Palacio de la Moneda.